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Un cordero llamado Oscar Pérez, por: Pancho Aguilarte / @P_Aguilarte

Imagen cortesía: @joperdi

Oscar Perez irrumpe en el escenario politico nacional mas convulsionado, polarizado y peligroso de cuantos le ha tocado vivir a la República.Hay que prestar atención a su corta pero determinante actuación y acción.

Su primer acto, el de sobrevolar un helicóptero por encima del Tribunal Supremo de Justicia y Miraflores para llamar la atención sobre la pérdida de la democracia y las libertades no resultó convincente para esta sociedad incrédula y vanidosa, y la gran mayoría, incluyendo periodistas, analistas politicos y politicos dirigentes asumieron hasta el dia de ayer que se trataba de un show publicitario, vista las condiciones fisicas y gustos actorales por parte del personaje en cuestión.

Tan así que hasta un profesional de la entrevista como Federico del Rincón, exitoso conductor del prestigioso programa “Conclusiones” en su última presentacion estuvo atacando y dejando entrever que lo de Oscar Perez no tenía la fuerza opositora o la garra como para convertirse en un movimiento liberador de Venezuela. Tenia razón del Rincón y también los que desde aqui adentro no sentían que el subcomisario del CICPC pudiera ser quien capitaneara el descontento popular y prendiera la mecha para la insurrección popular. Oscar Perez no andaba buscando figuración politica, mucho menos utilizar sus acciones militares, estratégicas y valientes como vehículo para la toma del poder.

Su objetivo y lo logró en un cien por ciento fue “llamar la atención de los venezolanos y del mundo sobre la increíble situación que estamos viviendo” Era un soñador y un romántico cuya misión la cumplió cabalmente, sabía que la lucha es entre el bien y el mal, identificó certeramente que lo que estamos viviendo en Venezuela es una batalla espiritual, sobrenatural. Cada declaracion, cada acción estuvo revestida de las mas buenas intenciones. No hubo una donde no invocara a Dios y llamara al despertar de la consciencia de los venezolanos.

Lo vimos cuando tomó exitosamente un comando de la Guardia Nacional, despojo limpiamente a los soldados de sus armas, no los lastimó, solo quiso hacerles ver cual era el camino correcto.
Supo siempre que corría un grave peligro, que su vida estaba en juego y aún asi insistió en seguir adelante.

La forma como murió nos recuerda aquella que quedara grabada por los siglos de los siglos como innecesariamente cruel y despiadada, demoníaca y con tal violencia que ha conmovido y conmueve cada fibra cada vez que se revive en los dias santos. Fue una carnicería brutal, uso desmedido del poder, aprovechado para enviar un mensaje a cualquier otro que tenga en mente la osadía de desafiar al régimen.

Pero esta batalla, la última en vida de Oscar Perez no la perdió, todo lo contrario lo catapulta a la cima del olimpo, allá donde reposa el alma del guerrero. Esa muerte es la primera batalla importante que pierde el régimen y preludio de los acontecimientos espirituales que estan por verse.

En Dios confiamos