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Diálogo de conversos; por: Pedro Pablo Fernández / @PedroPabloFR

En Chile, al igual que en Venezuela, el socialismo llegó sembrando odio y división entre compatriotas

Termino de leer un libro extraordinario. Uno que deberíamos leer todos los venezolanos, oficialistas y opositores.

Diálogo de conversos es un libro escrito por dos antiguos comunistas chilenos que trabajaron muy duro para que el socialista Salvador Allende llegara a la presidencia de su país. Vivieron la destrucción de la economía en el gobierno de Allende y luego sufrieron persecución en la terrible dictadura de derecha de Augusto Pinochet.

En Chile, al igual que en Venezuela, el socialismo llegó sembrando odio y división entre compatriotas. Mauricio Rojas, uno de los autores del diálogo, cuenta lo que se vivió en la víspera de la elección de Allende: “La avenida estaba desierta, las tiendas habían bajado las santamarías. Un silencio sepulcral solo era interrumpido por nuestros gritos. Miré a un segundo piso y vi una cortina que se movía. Imaginé que alguien nos escudriñaba y pensé en el terror que a esa persona debía darle esta visión de quienes, sin lugar a dudas, querían destruir todo su mundo, y sentí un terrible placer morboso en ese miedo que inspirábamos a los opresores del pueblo. Pero mientras marchábamos causando terror, de pronto me pregunté: “¿Y si ellos ganan?”, y no me cupo duda de que en ese caso el gusto que ahora nos estábamos dando, allí y en todo Chile, lo pagaríamos con creces. No habría perdón, como tampoco nosotros estábamos dispuestos a perdonar. Así aportábamos a la destrucción de todo sentimiento de amistad cívica en nuestro país: ya no éramos una comunidad sino un país en guerra civil mental, de enemigos dispuestos a exterminarse mutuamente. Solo faltaba saber quién sería el verdugo y quién la víctima. En todo caso, ya nadie era inocente”.

Mauricio fue parte de esa izquierda que llevó a Allende al poder con un discurso de resentimiento, odio y división. Él logró salir de Chile exilado pero su madre sufrió cárcel y torturas en manos de los militares de derecha que, con la paliza que le dieron, le hicieron perder un ojo.

Rojas: “Nosotros terminamos creando el monstruo que luego nos devoraría y esa es la gran responsabilidad que la izquierda chilena nunca ha tenido el coraje de asumir. Sí, nosotros estuvimos en primera línea en la obra de destrucción de la democracia chilena. Luego vinieron los tanques y los generales para concluir, de manera bárbara, lo que nosotros habíamos iniciado”.

El odio no discrimina. Una vez que se propaga lo pagamos todos.

Pedro Pablo Fernández

@PedroPabloFR