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Cambiar al gobierno es salvar a Venezuela; por: Richard Casanova / @RichCasanova

Con el desparpajo de siempre, el gobierno conmemora el 27 de Febrero de 1989 como si fuera un ejercicio de liderazgo de la cúpula revolucionaria que ahora saquea al país y no un estallido social cuyas causas trascienden su análisis elemental y faccioso. Una fuerza capaz de organizar algo así, no hubiera fracasado en su intentona golpista del 4F.  Sin embargo, pretenden “ganar indulgencia con escapulario ajeno” y apropiarse indebidamente de méritos que corresponden de manera exclusiva al pueblo venezolano. Aquel lamentable episodio fue la respuesta espontánea de un pueblo hastiado, no fue una movilización organizada, ni consecuencia de las luchas populares que ahora se atribuye la boliburguesía. Ni siquiera Hugo Chávez puede atribuirse protagonismo: era un militar activo y como tal, parte de las “fuerzas represoras”, como suelen catalogarla. Por cierto, vale recordar que –refiriéndose a su vida castrense- escuchamos al insepulto decir que “nos ponían a perseguir a la izquierda… yo los perseguí bastante, sin saber lo que hacía”.  Y quizás nunca supo lo que hacía… La excusa de una “orden superior” aplica también cuando el alto mando está en La Habana.

¿Qué podemos decir de los demás farsantes? Ni hablar de Nicolás Maduro, quien por aquellos tiempos era un reconocido reposero en el Metro y un dirigente de tercera línea en la Liga Socialista.  Lo más seguro es que ese día se haya escondido, tal como lo hizo el 11 de Abril del 2002, cuando se enconchó en Cúcuta junto a Doña Cilia. Con conocimiento de causa podría referirme a las andanzas de muchos otros jerarcas de la “revolución” en aquellos días convulsos pero francamente no creo que sea necesario.  En efecto, hoy la gente sabe que estamos ante una burocracia inmoral, corrupta y mentirosa.  Además, si en el pasado algunos participaron en luchas sociales –como ciertamente lo hicieron- su ejecutoria en esta etapa “revolucionaria” mancha cualquier hoja de servicio.  El silencio ante la permanente violación de Derechos Humanos y la voraz corrupción que desangra a nuestra Venezuela, es suficiente para sentir repugnancia por estos filibusteros desalmados, cuya indolencia ante el sufrimiento del pueblo es indignante. No hace falta a ahondar en la crisis social, económica y moral que agobia al país –todos la sufrimos en carne propia- lo pertinente es colocar el acento en la actitud del gobierno desconociendo la calamitosa realidad, hablando de un país inexistente, donde esta tragedia cotidiana que todos vivimos es algo ficticio, una manipulación mediática o una consecuencia de la “guerra económica”. Ya ese discurso es humillante, insulta a los venezolanos y nos advierte claramente que la crisis se va a profundizar pues el gobierno no tiene intención de rectificar y al contrario, es el principal obstáculo para el cambio. La piedra de tranca no es sólo Nicolás Maduro –a quien hay que revocar el mandato- el problema es un modelo fracasado y una cúpula responsable del naufragio de un país maravilloso que estamos obligados a salvar.  En fin, eso hay que tenerlo muy claro: ya el problema no es político, no es un desencuentro, ni una coyuntura. Nada de eso, estamos en una situación mucho peor que aquel 27 de Febrero, al borde de un colapso. ¡Cambiar al gobierno es salvar a Venezuela!

Twitter: @richcasanova