El Mercurio Web | Noticias, Información y Análisis

View Original

La trampa de Maduro; por Pedro Corzo / @PedroCorzo43

Los operadores políticos del despotismo venezolano han sido muy hábiles, la oposición había instrumentado una ofensiva exitosa que parecía iba a arrinconar al régimen, cuando surgieron propuestas de dialogo muy difíciles de evadir, si se tiene en cuenta que la MUD, siempre ha actuado en el marco de la legalidad y favorecido la cohabitación política, sin dejar de trabajar por el cambio.

La crisis entre las partes estaba próxima al punto de ruptura. El gobierno estaba decidido a cerrarle el paso a la oposición,  voluntad que evidenció la comparecencia del general Vladimir Padrino López  que apoyado en las bayonetas de sus vasallos, afirmó que el Parlamento pretendía incitar a la sublevación o la insubordinación,  y que estaba afectando gravemente la institucionalidad por medio del caos y la anarquía.

El régimen está de nuevo a la ofensiva. Sigue teniendo el monopolio de la violencia gracias a la incondicionalidad de las Fuerzas Armadas y gana tiempo para intentar seguir neutralizando los esfuerzos de la oposición.

Hasta el momento el presidente Nicolás Maduro, léase el régimen,  ha detenido el juicio en su contra en la Asamblea Nacional, la marcha hasta el palacio de Miraflores y por supuesto se ensanchan las interrogantes sobre el referendo revocatorio que el gobierno trata de impedir porque está consciente de su baja popularidad.

Es de suponer que los dirigentes de la oposición venezolana sabían  que aceptar el diálogo detendría el acorralamiento del gobierno, pero,  tampoco, tenían otra alternativa. Rechazar  el coloquio los hubiera situado en una posición de confrontación para la que no están preparados si quieren mantenerse actuando en la precaria legalidad que  les confiere el chavismo.

Por otra parte aceptar el reto impulsa  la siempre presente semilla de la escisión en toda coalición que acoge puntos políticos e intereses contrapuestos.

Varios líderes de la MUD han expresado opiniones diferentes en relación al "dialogo", en consecuencia, el gobierno ha enfocado  sus ataques al  sector de la oposición más reacio a sostener un coloquio del que no esperan resultados concretos a favor de la democracia.

La Mesa de la Unidad Democrática, a la que no se le deben negar los éxitos alcanzados, está enfrentando, tal vez, el reto más grande desde su constitución, pues, está  obligada, a mantener la cohesión entre sus integrantes, precisada a balancear sus actuaciones y futuros empeños,  en el precario marco legal que ha impuesto el gobierno.

El régimen apuesta a un cisma en la oposición, con ese objetivo es muy posible que recurra a elementos provocadores que ejecuten actos extremos  para culpar a la oposición, o que logren que elementos contrarios al gobierno, ante la frustración que puedan causar la falta de resultados, los produzca.

A pesar de acusar a la oposición de estar a favor de la desestabilización Maduro y su corte,  están convencidos que la inmensa mayoría de sus contrarios favorecen la negociación y el diálogo,  han demostrado hasta la saciedad ser partidarios de una solución no violenta del diferendo nacional.

El gobierno tratara de ganar tiempo. Nicolás Maduro interpretara alguna que otra vez el rol del policía bueno. Prometerá paz, amor y reconciliación, por el contrario Diosdado Cabello será el policía malo, sus amenazas serán cada vez más frenéticas,  presagiará el infierno para los que no comulguen con el chavismo y asegurará que no hay posibilidades de acuerdos que solucionen los  problemas del país.

La MUD también deberá tener en cuenta que entre los mediadores tiene enemigos de oficio. Ernesto Samper siempre ha estado listo para socorrer el chavismo. Históricamente la gestión del ex mandatario colombiano, como la de su colega José Luis Rodríguez Zapateros,  han sido favorables a los déspotas venezolanos.

La dupla Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, junto a la corte que se ha formado a su alrededor no consideran abandonar el poder, intentan conservar el control a como dé lugar, lo que obliga a la oposición a ser creativa, audaz y trabajar para que la mayoría ciudadana no pierda la confianza en su gestión y siga rechazando el régimen aun en el caso de que el chavismo volviera a tener recursos suficientes para continuar con su política clientelar.