Capriles y Leopoldo; por: Fausto Masó / @faustomaso
Unidad real no hay ni en el oficialismo ni en la oposición. Chavismo y oposición están unidos circunstancialmente, lo que nunca reconocerán. En la MUD han intentado seducir a Leopoldo en vez de enfrentarlo, hoy se lamentan de no haberlo excluirlo de la MUD el año pasado, cuando no tenía la popularidad de hoy. Hay un enfrentamiento callado entre Leopoldo y Capriles, el primero traza en cada ocasión una política distinta a la de la MUD. Ayer fue, por ejemplo, la tesis de la salida que proponía la superación inmediata del régimen y criticaba el camino que adelantaba la MUD. De cierta forma, en esa ocasión, Nicolás Maduro terminó fortalecido, hasta que su política económica lo volvió más impopular que nunca, y la huelga de hambre proyectó a Leopoldo hacia la cima de la popularidad. De todo esto no se habla en la oposición, se prefiere mantener la ficción de la unidad.
Voluntad Popular juega con la idea de presentar una tarjeta distinta a la de la MUD, en las elecciones legislativas. Quizá cometa un error porque Voluntad Popular no es el propio Leopoldo, y la tarjeta de la unidad representa mucho para los electores. No todas las aventuras de Leopoldo han tenido un final feliz ni cuenta con una organización que se compare con la MUD. En realidad, solo este año las encuestas lo han favorecido.
La estrategia de Leopoldo ha sido presentarse como el defensor de una salida rápida. Ese no es el camino para ganar los votos de los que temen que un triunfo de la oposición traerá violencia, hay quienes afirman que a Capriles lo perjudicó en la elección presidencial el cacerolazo de los días finales. El chavismo repite que si la oposición triunfa en las elecciones vendría el caos. Una mentira, claro.
No hay un programa común en la oposición ni una visión a largo plazo, igual ocurre en realidad con el chavismo, cuyo socialismo siempre ha sido pura charlatanería. En asuntos fundamentales muchos en la oposición coinciden con el chavismo. Por ejemplo, el tema de la propiedad estatal del petróleo es tabú, la eventual privatización, por lo menos parcial de Pdvsa, cambiaría la economía venezolana. Sidor fue privatizada exitosamente en el gobierno de Rafael Caldera, hoy no se plantea la privatización de la CVG, o la apertura a la inversión extranjera. Obviamente tampoco es un dogma la privatización, pero sí una opción que Venezuela no debe dejar de lado como hace el chavismo. Pdvsa lleva tiempo en una crisis que comenzó antes de la llegada del chavismo. Pdvsa es incapaz de crecer, hoy es una empresa destruida, imposible de ser reconstruida, incapaz de realizar labores de exploración, y cuya nómina de 150.000 personas devora los recursos del país.
“En los años noventa, ya Pdvsa mostraba una cantidad excesiva de empleados, se había politizado significativamente, el presidente de la empresa acariciaba ambiciones presidenciales y sus índices de operación la hacían aparecer como más cercana al resto de la administración pública venezolana que a sus pares de la industria petrolera internacional”. (Gustavo Coronel).
¿Basta con volver a los gobiernos civiles, a la política y a la sociedad previa al chavismo, a la antigua división de poderes, un poco falsa, por cierto? No, aunque reconozcamos, como se ha dicho en esta columna, que cualquier gobierno pasado fue mejor que el Chávez, o el de Maduro.
En el pasado no funcionaban a la perfección las instituciones, por esa razón pudo llegar al poder Hugo Chávez que impuso un régimen personalista y antidemocrático. En un futuro no basta con que el voto sea realmente libre, las elecciones no sean falseadas, las fuerzas armadas vuelvan a los cuarteles. El país necesita un cambio mayor, abandonar la dependencia petrolera, intentar un camino nuevo.
Capriles cuenta con una organización y el país identifica a la MUD con la unidad y la oposición, a su vez Voluntad Popular quiere contarse urgentemente.
¿Le darán a Leopoldo la casa por cárcel? Es posible, Lilian Tintori y Mitzy de Ledezma han demostrado en el mundo entero que no hay otro gobierno que viole los derechos humanos tanto como el régimen de Nicolás Maduro.
Vía: El Nacional