¡Perdimos la guerra! Por: Ángel Arellano / @angelarellano
Salimos al abasto y cuando conseguimos algunos productos debemos dejar varios en el estante porque el golpeado salario no da para cubrir las necesidades básicas. En el barrio, donde cada día hay menos oportunidades, la desesperanza reina. Los únicos proveedores que pueden hacer el intento de surtir a la familia, son los revendedores, bachaqueros y estafadores que por una alta suma de dinero venden cosas que cuestan cuatro, cinco o seis veces menos. Los acaparadores más exitosos son funcionarios de la Superintendencia de Precios Justos, Guardia Nacional o enchufados del gobierno.
Para el almuerzo nos acompañan dos invitados: el corte de agua y el apagón. Siempre tienen su puesto reservado en la mesa. Mientras la televisión estuvo colapsada la noche anterior con propaganda de la supuesta guerra contra los Estados Unidos, cuya bélica cortina era una clave en tono de salsa, merengue o guaracha, la nevera se descompuso. Al barrio volvió la moda de la cava y la panela de hielo para preservar la comida en medio de la permanente crisis eléctrica. Para hacer una representación a escala del modelo cubano, las bodegas venden leche en polvo y azúcar por cucharadas. Colas por dos rollos de papel sanitario, una barra de mantequilla, y 500 gramos de detergente.
Si de verdad hay una guerra, ya la perdimos. El país muestra un aspecto de campo devastado, arrasado por las fuerzas enemigas. Coherente con eso, los productores, industriales y hasta el propio Ejecutivo declaran a cada momento “quedan dos meses de este rubro”, “sólo hay tal producto para 45 días”. Contradictoriamente, el gobierno ha dicho que la guerra apenas está iniciando. La estrategia central para prevenir los ataques (de acuerdo con el gobernador de Táchira en las próximas semanas inician los bombardeos gringos) es entregar una carta con un montón de firmas al presidente estadounidense, algo así como cuando tienes un problema en el consejo comunal y llevas un papel respaldado por los vecinos para que se solvente la situación. Inferimos pues que en la Cumbre de las Américas Maduro aparecerá con varias cajas de “archioficio” repletas de planillas para Obama. “10 millones de firmas”, dijo el Presidente. “serán 30 millones”, replicó un jalamecate.
La “exekiuti order” de EEUU se convirtió en esencia de la campaña oficialista para las parlamentarias. Cayó como anillo al dedo: cuando emiten ese decreto en contra de algunos nuevos ricos que desde el gobierno han amasado fortunas invertidas en el imperio, la oposición se encontraba desojando la margarita de sus primarias, las cuales, en detrimento de todos quienes creemos en la alternativa, han sido sumamente cuestionadas por el sectarismo y la complacencia con el sistema de los cuatro partidos con mayor cociente electoral en 2012.
Como temas transversales, la violencia y la represión se han incrementado exponencialmente. “La única nevera llena es la de la morgue”, es un mensaje viral en las redes sociales. Con el chavismo en el gobierno, la impunidad siempre reinará. Es su estímulo y motivación. A los corruptos los incita un sistema que no pena la culpabilidad y castiga la inocencia. La semana pasada, en la presentación de la discusión pública para la reforma del Código Civil, un diputado del PSUV redondeó la iniciativa: “este es un código para romper con los formalismos inútiles de los jueces”. “Desbaratar” la justicia, como diría el profesor Istúriz.
Ángel Arellano
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