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¡Pelo a pelo! Un López por otro López, por: Antonio Ricóveri (@ricoveriantonio)

Nunca pensó Maximilien Robespierre que por haber sido llamado su gobierno jacobino “Reinado del terror” (terrorisme) debido a la persecución y muerte de todos sus opositores por allá por la Francia del siglo XVII, dicho accionar legaría para la posteridad el término “terrorismo”.

Si revisamos la historia reciente nos encontramos con que los nazis de Hitler llamaron terroristas a los judíos que se rebelaron en Varsovia. En la Sudáfrica del apartheid, muchos africanos fueron catalogados de terroristas por oponerse a la presencia extranjera en sus tierras. Los franceses también llamaron terroristas a los argelinos que se opusieron a la dominación de Argelia. Y en la ocupación de Irak por parte de los Estados Unidos, ambos se catalogaron de terroristas.

Lo interesante amigo lector es que el ejercicio del terror no es exclusivo de grupos violentos, los Estados pueden ejercen perfectamente el terror por medio de la represión de sus cuerpos militares, a través de su medios de comunicación, de la deliberada desinformación, o por la creación de un enemigo no real (una invasión del norte, por ejemplo), porque eso, a fin de cuentas, crea un sentimiento de verdadero pavor, miedo e incertidumbre en la población.

Lo irónico es que este gobierno, tan dado a llamar “terrorista” a cualquiera que se le oponga (y no para describir una situación de forma objetiva) tiene aaaaños de estrecha relación con regímenes y personajes que comulgan con agrado con la represión, la violencia y el terror… ¿Ejemplos?

Para nadie es un secreto que los jerarcas de la revolución bonita son panas de los subversivos de las Farc, del Eln, de Al Qaeda, Eta, Ira, entre otros cándidos movimientos. En lo particular, fueron hermanos del finado Saddam Hussein dictador iraquí. También son amigos de Mahmud Ahmadinejad, mandamás de Irán (quien prometió, por cierto, otro holocausto para el Pueblo Judío y para cuya “noble causa” nosotros le hemos vendido nuestro uranio).

Así mismo, son “altos panas” de Alessandri Lukashenko, el supremo de Bielorrusia (más conocido como el último dictador de Europa), además de haber sido afectos a Hosni Mubarak, ex-amo de Egipto, Muamar el Gadafi, ex–opresor de Libia, Bashar al Assad, opresor de Siria, Robert Mugabe, sátrapa de Zimbabue y Omar Hassan al-Bashir, dictador de Sudán… ¡Ah! Y no olvidemos que son “hijos” de Fidel y Raúl, dictadores cubanos.

Muchos de estos personajes han sido acusados y condenados por la Corte Internacional Criminal por crímenes de guerra, y crímenes contra la humanidad… Pero esto poco le ha importado al régimen chavista… Siendo el colmo del desparpajo lo que dijera el finado ex presidente Hugo Chávez sobre el sátrapa de Uganda Idi Amín Dada, de quien se sabía, descuartizaba y se comía a sus enemigos en un acto grotesco: “Pensábamos (afirmaba el comandante) que era un caníbal… Pero tengo dudas... No sé… Quizás era un gran nacionalista, un patriota".  Pero más allá del adagio que viene como anillo al dedo: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, nos toca preguntarnos con profunda preocupación: ¿Puede negar el actual gobierno su simpatía por terroristas y sátrapas del mundo? ¡Por supuesto que no!

Es así como la guinda de esta manifiesta camaradería y fraternidad con estos transgresores la acaba de colocar nuestro primer mandatario, el señor Maduro, cuando en cadena nacional condicionó la liberación del líder demócrata Leopoldo López por la excarcelación del terrorista puertorriqueño, convicto y confeso, Oscar López Rivera por parte del gobierno norteamericano.

Y que no aclaren que oscurece.

Así de simple.