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Reconciliación y paz. Por Rafael Martinez Nestares (@rafaelmartinezn)

La realidad nos sorprende. Cuando escribimos estas líneas semanales vivimos la noticia que embarga de luto a otro hogar venezolano. Cualquiera que sea "el caído", la muerte violenta de cualquier compatriota es motivo de reflexión profunda. Miles de venezolanos son "ultimados" por grupos armados, sin valorar a la persona humana en su sentido más recóndito. La vida humana, inclusive la del "no nacido", merece especial atención por los particulares y, sin lugar a dudas, por el Estado.

Vivimos en una situación de alarma y preocupación constante pues, ni los hogares venezolanos, ni la vía pública constituyen lugares seguros para la estadía ni para el tránsito ciudadano. Es urgente un cambio en la mente y el corazón de nuestros compatriotas; es indispensable una revisión de la estrategia del régimen ante la violencia urbana,  la desaparición física y el secuestro cotidiano de nuestros connacionales. La violencia no lleva a ningún lugar y produce enormes heridas que, en ocasiones, sólo el tiempo, la comprensión y el acompañamiento personal, permite a las familias y a los colectivos sociales, borrar de sus espíritus y sus vidas, el profundo sentido de ausencia que produce la pérdida de miles de venezolanos en manos de grupos delictivos. No hay distinción de color político, de posición, ni edades ni nada.

Notemos el difícil proceso de naciones como Colombia que llevan más de sesenta años en un enfrentamiento entre hermanos, produciendo como resultado un país dividido y desencontrado.

Con 425 cadáveres ingresados en la morgue de Bello Monte durante el mes de septiembre y un total de 3.691 en lo que va de 2014, observamos un número alarmante, más cercano a un "parte de guerra" que a una estadística de decesos normales de un país en tiempo de paz. Muchos de esos difuntos provienen de la violencia por grupos desadaptados sociales. Además, debemos sumar a esto, que este año han muerto violentamente un alcalde, dos concejales y un diputado oficialista. 

Es tiempo de construir la paz nacional. Es difícil, claro que lo entendemos, pero sin desterrar de cada uno de nosotros los sentimientos de ira y desagravio, no habrá futuro para la patria. Por ende, tampoco tendremos futuro para nuestros hijos, sobrinos y nietos...

La paz es construible desde el amor. El amor sólo es posible desde el desprendimiento de cada una de nuestras agendas y nuestros planes; de nuestros pequeños proyectos personales que se alejan día a día de la construcción de una Patria con mayúscula. Solo se puede construir un país, viendo al otro en su justa condición humana.

La paz debe formar parte del discurso diario de los actores sociales y políticos. Vemos con gran preocupación la retórica de ataque, donde el otro es un "enemigo" a combatir, No constituye un adversario con quien debatir, grave construcción del discurso público de los sectores radicales de uno y otro lado. Por ejemplo, el "slogan" gubernamental: "hasta la victoria siempre, viviremos y venceremos" contiene un significado intrínseco oscuro y, en cierto modo, indescifrable. No hay una batalla en la nación, aunque sí hay violencia urbana desenfrenada. Es obligación del régimen frenar la violencia, ello pasa por moderar el discurso público, y revisar el programa de "cuadrantes de seguridad" que no está dando resultado alguno.

La paz es construible  con el diálogo nacional. Cercanía entre los sectores de gobierno y la MUD, entre los sectores productivos, comerciales e industriales y el régimen.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar... escribe el poeta Machado... no hay camino de patria sin patriotas y, patriotas somos todos los venezolanos. Es importante recordar que la inclusión no es mera retórica. La inclusión es una praxis de vida y de ejercicio político y público que parte del amor y entrega al otro, en cuanto a persona humana. Hay que rescatar el valor de la vida en una sociedad aparentemente desapegada de lo temporal y sin respeto por la existencia del otro. Elevamos una oración por los que han partido y por sus familiares. Pidamos al Creador que nos dé fuerza y nos permita ver, en la noche oscura del dolor, un espacio para construir la patria, mejor y más justa, por la que luchamos y merecemos. ¡Cada uno de nosotros, tiene la palabra!

@rafaelmartinezn

@proyecto_pais 

Publicado en El Universal