Edison Arciniega: Inseguridad alimentaria entró en fase de aceleración fatal
El especialista en desarrollo y seguridad alimentaria, precisó que como consecuencia subsiguiente de las carencias de energía eléctrica y de combustible para autogeneración los sistemas de suministro de agua para consumo humano y para uso productivo (agrícola, industrial y energético) se encuentran en virtual paralización
Evely Orta
Edison Arciniega, director ejecutivo de Ciudadanía en Acción, alertó que la situación humanitaria compleja por inseguridad alimentaria está entrando en una fase de aceleración fatal como consecuencia del agudo cuadro de inseguridad energética, carencia crónica de energía y combustibles, y de inseguridad hídrica, carencia crónica de agua para consumo humano y uso productivo; en medio del colapso que hoy viven los venezolanos.
Citando el mes reciente estudio de esta ONG, el portavoz explicó que el país requiere una disposición mínima de 19 mil MW y 350 mil barriles de combustibles por día, y para el mes de marzo de 2019 están disponibles sólo 9.800 MW y 180 mil barriles de combustible por día. “Esto afecta especialmente a la cadena insumo producto de alimentos que requiere aprox. 8800 MW y 100 mil barriles de combustible por día (…) Esta carencia permite proyectar una caída de la producción y disposición alimentaria primaria de alimentos que para el mes de abril y el resto del semestre puede significar la desaparición de entre 5 y 7 kg de los 14,81 kg per cápita de alimentos que hubo disponibles en el mes de febrero de 2019”, precisó.
En el mismo orden de ideas, el especialista en desarrollo y seguridad alimentaria, precisó que como consecuencia subsiguiente de las carencias de energía eléctrica y de combustible para autogeneración los sistemas de suministro de agua para consumo humano y para uso productivo (agrícola, industrial y energético) se encuentran en virtual paralización. Al respecto, subrayó que de los aproximadamente 5.500 MW necesarios para el suministro de agua solo están disponibles unos 1900 MW.
“Esto implica y explica la carencia aguda del 77% del agua para uso humano directo y del 85% del agua para uso productivo, con las respectivas consecuencias sobre la inocuidad de los alimentos (aumento de las EDA y las contaminaciones alimentarias), pues el agua es el único servicio público que es un alimento y sobre la capacidad de producir, procesar y conservar alimentos y otros bienes”, agregó.
Ante este panorama, el sociólogo planteó que el Estado debe garantizar los requerimientos de energía y combustible por cada uno de los eslabones de la cadena insumo producto de alimentos, a fin establecer desde la contingencia y hacia la sostenibilidad la energía mínima requerida para producir, procesar y almacenar los 36,73 kg de alimentos per cápita por mes de la dieta prototipo nacional, equivalentes a 1.017.339 TM mes para cubrir todas las necesidades alimentarias del país. “Sin energía no habrá seguridad alimentaria, el trasfondo del hambre hoy es energético”, recalcó.
Asimismo, reiteró que el país necesita con urgencia contar con los requerimientos de agua tanto para uso humano directo como para uso productivo, y es que de ello depende tanto la salubridad humana como la capacidad productiva alimentaria, priorizando la disposición hídrica en forma primordial.