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La depreciación del salario en Venezuela: un breve análisis

El salario en Venezuela es en estos momentos uno de los más bajos del mundo posiblemente. Las causas de este fenómeno son diversas y constituyen un cúmulo de factores que han interactuado entre sí durante varios años. Una reducción de la oferta de bienes, escasez, controles de precio, emisión de dinero inorgánico e hiperinflación son algunas de las aristas de este proceso de pauperización que afrontan las familias trabajadoras del país. Analicemos estos factores en conjunto.

Redacción

La crisis en Venezuela: agudización de la pobreza

Desde los últimos años, Venezuela ha estado atravesando por la peor crisis económica de su historia, aún más grave incluso que la situación de crisis ocurrida hacia finales de la década de los 80 y principios de la década de los 90. De hecho, hoy por hoy, el salario mínimo del país es indiscutiblemente el más bajo de todo el continente, incluso más bajo que en Haití o Cuba, cuyos salarios mínimos se sitúan en torno a los 83$ y 30$ respectivamente.

Según el estudio denominado Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi), efectuado anualmente por las principales universidades del país, hacia finales de 2018, prácticamente el 50% de los hogares del país se encontraba ya en situación de pobreza, lo que significó un incremento de dos puntos porcentuales con respecto al año 2017. Tal y como nos explica el portal sueldominimovenezuela.com, se estima que actualmente alrededor de un 25% de la población se alimenta sólo una vez al día.

Otra cifra que nos permite comprender y apreciar con mayor profundidad la dureza del panorama económico y social que se está planteado en el país, es la tasa de deserción escolar. Alrededor de un 35% de los estudiantes de educación primaria y secundaria, señala que no asisten regularmente a clases, o haber faltado en varias ocasiones debido a no haberse alimentado mínimamente en casa, ni contar con servicio de alimentación en la escuela, como para poder afrontar las actividades educativas diarias.

Asimismo, el desempleo juvenil ha alcanzado el 23%, en comparación con 2017, cuando se situó en 19%. Se considera que esta cifra sería mucho mayor de no ser por la enorme migración de jóvenes fuera del país. Por otro lado, las cifras de estudiantes inscritos en la universidad merma considerablemente cada año, como consecuencia de los miles de estudiantes que se ven obligados a abandonar las clases de estudio para buscar trabajo, ya que el salario de sus padres está muy lejos de ser suficiente para cubrir los gastos familiares. En consecuencia, para 2018 menos de un 35% de los jóvenes ha cursado estudios universitarios.

Vemos pues, como existe una situación de empobrecimiento acelerado en la sociedad venezolana, expresada en una drástica reducción del poder adquisitivo de las familias trabajadoras, que a su vez genera una serie de problemas sociales consecuentes.

Hiperinflación y exceso de liquidez: aumentos salariales que se volvieron agua entre las manos

A pesar de los constantes aumentos salariales, en la práctica, el salario se ha venido deteriorando mes a mes durante los últimos años, y de forma cada vez más rápida. ¿Cómo entender entonces este fenómeno? Desde el punto de vista de los economistas clásicos, uno de los factores centrales en la depreciación del salario radica en el exceso de liquidez que ha inyectado el gobierno en la economía durante los últimos años.

Si bien el gobierno ha tratado de dar una imagen ante la sociedad, de intentar combatir la inflación con los aumentos salariales, y que quizás ha tenido un respaldo entre sus seguidores, tal y como explica la teoría economista clásica, con un aumento de la liquidez monetaria, que debía redundar en un incremento por ende de la demanda agregada, en ciertas y determinadas condiciones generará finalmente un incremento de los precios.

No es que la conexión entre ambos hechos sea mecánica, cuidado. El reconocido economista español Juan Torres López señala, que no necesariamente todo aumento salarial, y por ende del nivel de liquidez en la economía, redundará en un aumento de los precios, sino que ello ocurrirá necesariamente cuando, entre otros factores, no exista oferta ociosa en la economía, y ésta ha sido la situación de Venezuela en las dos últimas décadas.

Con oferta ociosa, nos referimos a un conjunto de bienes y servicios que no están siendo consumidos por la población, lo cual, en efecto describe la situación venezolana actual, en la que hay una reducción cada vez mayor de la oferta de bienes y servicios.

El problema de fondo radica en los controles de precio y de cambio

Los controles de precio imponen una limitación a la tasa de ganancias que los empresarios pueden obtener en la elaboración de sus productos, y si ello va además acompañado de incrementos constantes de salario, como ocurrió al principio, en la década 2002-2012, bajo el mandato de Hugo Chávez, termina por limitar y hasta reducir el margen de ganancias de los empresarios en el proceso de producción.

Como es lógico, muchos recurrieron a alternativas para recuperar los niveles de beneficio que obtenían antes de la implementación de los controles de precio. Numerosos empresarios, sobre todo aquellos cuya rama productiva estaba afectada por el decreto de control de precios, comenzaron entonces a redirigir su inversión hacia áreas más rentables de la producción. Comenzaron a manufacturar productos si bien dentro del mismo sector, pero no incluidos dentro del decreto de regulación. Nos referimos al arroz saborizado, a las harinas integrales o para cachapas o frituras, etcétera.

En los hechos, esto fue generando una situación cada vez mayor de escasez de productos de primera necesidad y alimentos. Hasta hace pocos años era muy común ver cualquier tipo de derivados lácteos en los supermercados y establecimientos comerciales (yogurt, leche condensada, postres, chocolate, dulces elaborados con leche, etc), pero no leche líquida para beber o en polvo.

La cuestión del asunto es que la política de regulación de precios, si bien fue argumentada por sus artífices como destinados a proteger la capacidad adquisitiva de la población, terminó generando a la larga una situación de escasez crónica, que no es otra cosa sino una reducción progresiva de la oferta de bienes, con lo que llegamos al primer argumento en discusión.

Cuando a ésta extrema reducción de bienes se le asocia una política sistemática de aumentos de salario, y por ende, de la liquidez en la economía, se obtiene una situación de reducción cada vez más aguda de la oferta agregada del país, a la par con un incremento desmesurado de dicha oferta, lo cual, ha terminado provocando una inflación progresiva que despegó desde finales del año 2012; y alrededor de unos dos años, terminó por dar un salto hacia una situación de hiperinflación, sobre todo a partir de una agresiva política de emisión de dinero inorgánico, llevada a cabo en los años 2017 y 2018.

¿Qué soluciones podemos vislumbrar?

Como explican muchos economistas, la solución de la crisis económica del país y en particular la superación de la situación actual de grave pauperización de la población, no será resuelta si no es a través de un incremento sostenido y potente de la oferta de bienes, lo que demanda a su vez, obligatoriamente, reactivar el aparato productivo del país, ya que las razones de la inflación en Venezuela están directamente vinculadas a la reducción de la oferta de bienes y la parálisis del aparato productivo nacional.