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Cobrar la pensión es el vía crucis de los adultos mayores

Pasadas más de cuatro horas de espera, el calor, la falta de comida y la presión comienzan a hacer estragos en los abuelos

Nohemí Rondón

Más de 500 personas de la tercera edad permanecían en la cola desde las 4:00 de la mañana en el banco Mercantil, ubicado frente a la plaza Bolívar de Barcelona. Conversaban entre sí para que los bostezos fuesen disminuyendo.

Ninguno de los que allí pernoctaban había ingerido agua o llevado algo para desayunar.

Muchos abuelos estaban con banquitos, otros permanecían recostados de la pared de la entidad bancaria, rogando de que el personal llegase temprano para no pasar tanto tiempo parados.

Entre las anécdotas y las angustias que compartían entre sí, se quejaban de tener que madrugar para obtener el sueldo por años de servicios prestados al Estado, aunado a la falta de efectivo, las malas caras de los cajeros y a veces hasta aguantar regaños de terceros.

La larga fila se hacía más extensa y las horas parecían haberse detenido para Ramona Vásquez, una abuela de 80 años quien con su bata de flores larga y un bastón aguardaba con ansias, para que el reloj marcara las 8:00 de la mañana y poder cobrar.

Según la lista que llevaba el señor Aníbal Fuentes, coordinador de la cola, la señora Vásquez era la número 200.

La mañana aclaró y a las 8:30 abrieron las puertas del banco, 230 mil bolívares sería el mes de aguinaldo que cobrarían los pensionados.

La larga espera de pie continuó adentro pues no había asientos para descansar. De cinco cajeros solo dos estaban dedicados a los pensionados.

Más de uno murmuró al recibir dos billetes de Bs 100 mil uno de 20 mil y el otro de 10 mil bolívares. Ya esto no era solución para los adultos pues expresaban que nadie quería dar cambio del billete más grande.

La mayoría de las quejas y denuncias que sostienen se basan en las calamidades a las que están sometidos durante el proceso de cobro, el cual es largo, tedioso e incluso delicado para alguna de las personas enfermas que asisten.

“El vendedor ya no nos quiere vender el café porque le quise pagar con el billete de 100 mil bolívares y no tiene cambio. Nadie los quiere aceptar”, comentó uno de los abuelos, y afirmó que el papel moneda de baja denominación, pertenecientes al antiguo cono monetario, desapareció.

Quienes la pasaron peor fueron los afectados de salud. El abuelo Gustavo Camacho, quien padece de diabetes e hipertensión, dijo ya no aguantar el calor. El reloj marcaba las 10:30 am y estaba en la fila desde las 6:00 de la mañana.

“Hace dos meses me dio un desmayo aquí. Me agarraron dos señores que estaban conmigo y cuando pasé todavía tuve que esperar una o dos horas para que me atendieran”. Expresó que iba por el mismo camino y temía correr con la misma suerte que la vez pasada.

Lo  desvanecimientos y las alteraciones en los niveles de tensión comenzaron a padecerlos muchos abuelos, pues algunos omitieron el desayuno y el almuerzo, para no perder su turno o por “no ir preparados”.

Pasadas las 2:00 de la tarde de aquellas 500 personas  que madrugaron aún faltaban 150 según la lista que portaban, la noticia llegó a las 3:15 de la tarde cuando el vigilante informó que a las 3:30 cerraría el banco, hecho que ocasionó molestia en los ciudadanos pues la cola que realizaron debían repetirla mañana ya que hoy el tiempo se había agitado.