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Periodistas se movilizan para promover la recolección de medicamentos y exigir que se acepte la ayuda humanitaria

“Periodistas Por La Vida” es una iniciativa de quienes históricamente han sido el vínculo entre los ciudadanos y las autoridades

Redacción 

Este sábado 18 de junio, entre las 9 am y las 5 pm, se hará la primera jornada de recolección de insumos y medicamentos. Los periodistas estarán en la calle Élice, al lado de la estación del metro Chacao.

Venezolanos están muriendo por la falta medicamentos en farmacias, clínicas y hospitales. La escasez crónica y la ausencia de una política pública destinada a superar la crisis médica más grave en la historia republicana. Sus dramáticas consecuencias han movilizado a un grupo de periodistas y comunicadores que, desde ahora, además de exigir que se acepte la ayuda humanitaria, dedican su esfuerzo a promover la solidaridad hacia quienes ven limitado su derecho a la salud.

“Periodistas Por La Vida” es una iniciativa de quienes históricamente han sido el vínculo entre los ciudadanos y las autoridades, entre los problemas y sus soluciones, entre las necesidades y su atención. Los periodistas venezolanos nos activamos para dar un paso más en nuestra labor: lograr un cambio e impulsar una respuesta.

Los periodistas han sido testigos y voceros de los problemas en el sector salud que, en todo el país, no discriminan edad, clase social ni ideología. Hemos contado las historias de familias devastadas por la muerte de un ser querido que no recibió un tratamiento a tiempo o que por falta de insumos no pudo ser operado.

Para pasar de las palabras a las acciones, este sábado 18 de junio, entre las 10 am y las 5 pm, “Periodistas Por la Vida” estará en la avenida Élice, al lado del metro de Chacao, en su primera jornada de recolección de medicinas e insumos. Una acción de esperanza que recorrerá el país movilizando la ayuda de particulares y de empresas para garantizar calidad de vida.

Las cifras que cobran vidas

No es fácil llevar una estadística de los casos de fallecidos por falta de medicinas e insumos. Los certificados de defunción dan cuenta, generalmente, de un paro cardiorespiratorio como causa de muerte. Sin embargo, el suministro oportuno de medicamentos evitaría el deterioro de los pacientes y el trágico desenlace.

Para cuatro de las primeras cinco causas de muerte en el país hay escasez de medicamentos. Hablamos de las enfermedades del corazón (primera causa con 30.467 fallecimientos por año), del cáncer (segunda causa con 22.815 fallecimientos), de las enfermedades cerebrovasculares (tercera causa de muerte con 11.308 fallecimientos) y de la diabetes (quinta causa de muerte con 10.528 fallecimientos). Todos estos son datos del último Anuario de Mortalidad publicado por el Ministerio de Salud, correspondiente al año 2012. No se conocen cifras más actualizadas.

La escasez de medicamentos es una realidad fácil de confirmar: Hay que visitar más de una farmacia para ubicar el antihipertensivo, el antialérgico, el protector gástrico, el indicado para restituir la flora intestinal, el antibiótico, el fármaco que controla los niveles de glicemia, el indicado para la próstata, para la epilepsia o para las convulsiones. No siempre se consiguen y esto no es normal.

El año pasado el Ministerio de Salud activó el Siamed, el Sistema Integral de Acceso a los Medicamentos, con el objetivo de “garantizarle” a los venezolanos las medicinas que requiere, pero la realidad, reconocida incluso por el despacho de Salud en su Memoria y Cuenta 2015, es que el Siamed solo benefició a 29.614 personas, menos del 1% de la población.

Este 2016 fue creado el 0800-Salud Ya, una línea telefónica donde informan en qué farmacia se encuentra el medicamento requerido, pero con una oferta limitada de fármacos. La lista de principios activos con las que trabaja esta línea es mínima, cerca de 40 tipos, y la variedad de miligramos es reducida también. Tomar dosis exactas y cumplir las indicaciones médicas al pie de la letra se ha vuelto una proeza en el país con mayor cantidad de reservas petroleras.

La Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven) ha insistido en que el problema no es de distribución sino de abastecimiento. El Estado mantiene una deuda de 6 millardos de dólares con empresas farmacéuticas y proveedores extranjeros, que poco a poco fue cerrando los créditos y con ellos la reducción al mínimo de materia prima y de fármacos ya elaborados que no se producen en el país, o la paralización total en varios casos. Algo nada favorable en una Venezuela donde 98% de la materia prima de la industria farmacéutica es importada.

En mayo de 2015 Fefarven advertía sobre un desabastecimiento de 70%. Hoy el porcentaje es ubicado por el gremio en 86%.

Parte de esta crisis es reflejada por las propias empresas del Estado, como el Servicio de Elaboraciones Farmacéuticas (Sefar), que depende del Ministerio de Salud-. En 1999 fabricaba 30 medicamentos; en 2014 la Memoria y Cuenta del despacho de Salud registró la producción de siete (acetaminofén, suero oral, cloroquina difosfato, carbamazepina, alfametildopa e isoniacida en dos presentaciones) y en 2015 apenas produjo dos medicamentos: suero oral y cloroquina difosfato. En total fueron 714.740 unidades de medicamentos de una meta de 20.550.000 unidades. Apenas 3,4% de lo planificado.

¿Cuántos y quiénes son los afectados?

La intermitencia en la disponibilidad es constante y lo que puede conseguirse hoy en una única presentación puede faltar mañana. Pero si se desglosan algunas patologías, en aquellas donde la falla de medicamentos es crónica o total según el compuesto, los números pueden dar cuenta de la magnitud y la necesidad de que el Estado venezolano acepte la ayuda de países dispuestos a colaborar, como algunos han manifestado.

Los antihipertensivos son uno de ellos. En el país se estima que entre 13% y 15% de la población es hipertensa (entre 3.900.000 y 4.500.000) y la mitad requiere medicación. Esto habla de al menos 2 millones de venezolanos afectados por esta escasez.

Entre 7% y 10% de los venezolanos tienen diabetes tipo 2 y otro 0,5%, según el Ministerio de Salud, son diabéticos tipo 1, que requieren desde antidiabéticos orales hasta insulinas. Son entre 2.000.000 y 3.000.000 de personas que viven angustiadas por la falta de sus medicamentos.

La Sociedad Venezolana de Neurología alertó en mayo sobre la escasez de 90% de los fármacos neurológicos que requieren venezolanos con enfermedades cerebrovasculares, epilepsias, infecciones del sistema nervioso central, trastornos del movimiento y enfermedades neurodegenerativas. Citaron dos casos y precisaron que al menos 30.000 personas con Parkinson y más de 1.200.000 venezolanos con epilepsia están afectados.

En el caso de las enfermedades crónicas de alto costo (todos los tipos de cáncer, sobre todo mama, próstata y linfomas; hemofilia y otras patologías hematológicas, trasplantados, entre otros), que dependen de fármacos entregados por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss), Codevida ha registrado más de 200.000 personas afectadas directamente por la escasez de este tipo de medicamentos.

Los venezolanos con VIH tampoco están mejor. Nuevamente la falla de medicamentos antirretrovirales compromete actualmente la vida de más de 10.000 personas. Entre 60.000 y 110.000 están en riesgo por la ausencia de medicamentos para tratar las infecciones micóticas y bacterianas que también los afectan, además de los reactivos necesarios para las pruebas que permiten monitorear el virus y la condición de salud del paciente.

Por todas estas situaciones relatadas, hoy actuar no se convierte en una opción, sino en una demanda para la sociedad entera y sus líderes, para que se ejecuten acciones que ayuden a la población para alcanzar la medicina necesaria. Que cada familiar, amigo o conocido, pueda acceder al medicamento que le permita mejorar su calidad de vida o curar su queja. Pero, además para que la ayuda humanitaria sea una realidad y se logren salvar vidas, es impostergable una decisión sobre el tema y desde “Periodistas Por La Vida” lo que solicitamos es sencillo: el inicio de una solución, una muerte más es humanamente inaceptable.

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