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Brasil protesta: Dicen que no quieren convertirse en Venezuela

Foto: Cortesía

Manifestantes desafían a Dilma Rousseff y rechazan un "gobierno autoritario" como el venezolano

Con información de AP

Multitudes en más de 50 ciudades de Brasil el domingo exigieron la destitución de la presidenta Dilma Rousseff en respuesta a un gran escándalo de corrupción.

Muchos de los manifestantes llegaron a las protestas con camisetas brasileñas amarillas y la bandera de Brasil sobre los hombros para marchar pacíficamente por las calles del país. Algunos cargaron mantas y pancartas en las que pedían un golpe militar para sacar del poder a Rousseff y al gobernante Partido de los Trabajadores, su gabinete y aliados en el Congreso. Lanzaban consignas como "¡Fuera Dilma!" mientras otros cargaban carteles con mensajes acusando a Rousseff y a su antecesor, Luiz Inacio Lula da Silva, de corruptos.

El ministro de Justicia José Eduardo Cardozo sostuvo una rueda de prensa después de las manifestaciones para anunciar que el gobierno estaba dispuesto a dialogar y al mismo tiempo presentaría un paquete de medidas para combatir la corrupción. Sin embargo, invalidó los llamados a la destitución de Rousseff.

"Brasil vive un Estado democrático, un Estado que permite la divergencia, que admite la existencia de opiniones contrarias y que de hecho está lejos de cualquier alternativa golpista", dijo Cardozo. "El gobierno guarda la disposición que siempre ha tenido de escuchar las voces de la calle, las manifestaciones de los brasileños y brasileñas y de siempre estar abiertos al diálogo".

Sin embargo, algunos brasileños rechazaron el mensaje y continuaron la protesta desde sus casas, golpeando cacerolas y encendiendo y apagando las luces de sus habitaciones en barrios de Sao Paulo y Río de Janeiro mientras el ministro Cardozo y el ministro de secretaría general de la presidencia, Miguel Rossetto, pronunciaban el mensaje del gobierno.

Durante la tarde, la protesta en Sao Paulo reunió a más de 200.000 de personas en la principal avenida de la ciudad de Sao Paulo, un bastión de la oposición, según el sondeo de la compañía Datafolha. La multitud creció tanto por la tarde que al menos una estación de metro fue obligada a cerrar.

"Estamos aquí para expresar nuestra indignación con la corrupción, patrocinada por el gobierno, y por el robo, y también para exigir la destitución de Dilma", dijo Andre Menezes, de 35 años.

Además de Sao Paulo, personas se reunieron en la playa de Río de Janeiro, en Brasilia y en la ciudad de Belo Horizonte. Según estimaciones de la policía, fuera de Sao Paulo decenas de miles de personas salieron a las calles en decenas de ciudades el domingo con reclamos contra la presidenta, principalmente por las denuncias de corrupción que se han agravado en las últimas semanas.

"Yo no quiero que mi país se convierta en Venezuela, no queremos un gobierno autoritario", dijo Marlon Aymes, de 35 años, quien portaba con otros una enorme bandera que leía "Ejército, Armada y Fuerza Aérea: Por favor, sálvenos una vez más del comunismo" en la manifestación de Río de Janeiro. "Queremos que el ejército disuelva al Congreso y convoque nuevas elecciones, debido a que el nivel de corrupción es demasiado extenso para hacer otra cosa".

Muchos de los manifestantes hicieron reclamos con referencia al esquema de sobornos que implica a decenas de políticos, constructoras y exdirectivos de la compañía estatal Petrobras. La fiscalía mantiene que más de 800 millones de dólares fueron pagados en sobornos a políticos y funcionarios de Petrobras por las principales compañías de construcción e ingeniería del país a cambio de contratos sobrevaluados con la petrolera.

Altos ejecutivos de las constructoras ya fueron acusados formalmente, mientras que el procurador general abrió una investigación a más de 50 políticos, muchos congresistas de alto rango, por presuntos vínculos con la red de sobornos a lo largo de la última década. Rousseff no ha sido acusada de crimen alguno y no está siendo investigada.

Sin embargo, muchos comentaristas resaltaron que es muy pronto en el segundo mandato de Rousseff para que las manifestaciones estallen en gran magnitud. Las encuestas que miden la popularidad de Rousseff nunca habían mostrado índices tan bajos y el escándalo de corrupción se ha sumado a otras dificultades como los problemas presupuestarios y el estancamiento de la economía.

"La gente se siente engañada por los mensajes de su campaña en 2014", dijo el analista David Fleischer. "Quieren que Dilma corrija la situación, que agite a Petrobras para el bien de todos y no sólo para encubrir el escándalo".

 Las protestas del domingo parecen ser diferentes a las que brotaron contra el gobierno en junio de 2013. En ese momento, cientos de miles se reunieron con una frustración generalizada por los malos servicios públicos en los sectores de salud, seguridad pública, educación y transporte. En ese entonces, muchos ya reclamaban sobre la corrupción y la impunidad.

Los grupos detrás de las manifestaciones del domingo son generalmente de derecha, y aunque ningún político conocido de la oposición convocó a la ciudadanía a marchar, algunos dijeron que participarían y enviaron mensajes de apoyo a los organizadores.

Aunque la mayoría de los que se congregaron exigieron castigos a políticos corruptos, muchos también pidieron cambios para mejorar la economía del país, cuya economía podría encogerse este año con tasas de inflación incrementando y una de las cargas tributarias más altas del mundo.

Para Sheila Alcántara, un ama de casa en Río de Janeiro que tuvo que cerrar su restaurante en enero por el aumento de precios de la comida y electricidad, los casos de corrupción y los gastos del gobierno afectan directamente a las familias de clase media.

"Nunca en mi vida había oído tanto de corrupción, de tanto dinero gastado", dijo Alcántara. "Una intervención militar es la única forma de limpiar el gobierno, el ministerio, el Congreso. Están todos comprados".