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El Nuevo Herald destapa nuevo caso lavado de dinero que involucra entorno del presidente Maduro

William Amaro, secretario privado de Maduro, amigo de muchos años de cuando fue ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno del presidente Hugo Chávez, es uno de los señalados

Con información de El Nuevo Herald

El periódico norteamericano El Nuevo Herald realiza reportaje donde nuevamente la sombra del escándalo por negocios ilícitos relacionados al narcotráfico y lavado de dinero salpica al entorno presidencial de Venezuela.

En un estado abrumado por un aumento significativo en el negocio de la droga, la Policía de Bal Harbour se disponía a realizar una operación encubierta muy lejos de la Florida.

Después de varias semanas de entregar dinero de las drogas en un negocio pantalla en Miami, surgió un nuevo negocio a miles de millas de distancia en un país donde la guerra contra las drogas había cambiado: Venezuela.

Así las cosas, en vez de pedir asistencia a agentes federales, los policías de esta pequeña comunidad costera negociaron varios acuerdos de lavado de dinero de los que nunca informaron al gobierno federal.

Durante dos años, a partir del 2010, canalizaron millones de dólares en dinero ganado con el narcotráfico a cuentas bancarias de venezolanos, entre ellos William Amaro Sánchez, quien ahora es secretario privado del presidente Nicolás Maduro, según ha conocido el Miami Herald.

El dinero de las drogas lo enviaban a través de un conocido traficante de drogas, otro que se dedicaba a traficar con dinero en efectivo, y uno especializado en lavar dinero —un total superior a los $4 millones— al mismo tiempo que Venezuela surgía como un importante centro de trasiego de cocaína hacia Estados Unidos.

A pesar de las advertencias del gobierno estadounidense sobre el papel del país en el narcotráfico, la policía venezolana nunca investigó a las personas a quienes estaban enviado las ganancias de la venta de drogas, entre ellas varias con antecedentes penales, muestran registros y entrevistas.

“No tenían autoridad para hacer nada de eso”, dijo Félix Jiménez, ex inspector general de la DEA. “Tuvieron suerte en que en todas esas recogidas de dinero nadie resultó muerto”.

Agentes federales de la Fiscalía Federal de Chicago y del Servicio de Rentas Internas están investigando el dinero recogido por el equipo especial de la Policía de Bal Harbour entre el 2010 y el 2012, lavado a través de negocios pantalla, incluido los $2.4 millones en ganancias con los que se quedó la policía.

Ahora se espera que las últimas revelaciones sobre las operaciones de la unidad policial, en un país conocido como punto de tránsito del narcotráfico, haga que las autoridades federales investiguen más a fondo al grupo, que hizo todo esto sin ninguna supervisión de los fiscales, según muestran los registros oficiales.

“Es absurdo. Los policías de Bal Harbour sólo tienen una jurisdicción local”, dijo Jiménez, quien también es ex agente especial de la DEA a cargo de la oficina de la entidad policial en Nueva York. “Estaban lavando dinero por el mero hecho de hacerlo”

Tom Hunker, ex jefe de la Policía de Bal Harbour, que renunció bajo presión en el 2013, ha declinado comentar.

El Herald estudió cientos de registros confidenciales del grupo especial, como correos electrónicos, registros bancarios y pasaportes venezolanos, y encontraron al menos 20 personas a quienes se envió dinero de las drogas.

Los policías —quienes trabajaban desde una oficina móvil alquilada— convirtieron una operación encubierta en una operación internacional que rompió con todos los protocolos de trabajo encubierto para conseguir negocios de lavado de dinero.

Los primeros pagos comenzaron como los otros: los policías viajaban a Nueva York para recoger dinero en efectivo. En vez de enviar el dinero a dueños de empresas de exportación en Miami, que eran los objetivos, les ordenaron hacer transferencias a bancos de Panamá.

Una y otra vez, la policía envió dinero en varias transacciones. En un caso, la policía recogió una bolsa negra con cientos de miles de dólares en Rhode Island el 24 de mayo del 2010, con la orden de enviar el dinero al extranjero.

Entre los que recibieron ese dinero estuvo William Amaro, de 48 años y secretario privado de Maduro, amigo de muchos años de cuando fue ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno del presidente Hugo Chávez. La tajada de Amaro fue de $45,000.

Al día siguiente, hicieron una transacción similar. Tras recoger una maleta roja llena de efectivo en Nueva York, los policías recibieron un correo electrónico en que les ordenaban hacer transferencias a varias personas en Venezuela, entre ellos Amaro. Esta vez le tocaron $37,000.

Cuatro veces más, los policías enviaron transferencias bancarias a la cuenta de Amaro, por un total de $211,000, pero en ningún momento alertaron a las autoridades federales antes de enviar el dinero ni realizaron ninguna investigación de antecedentes, según entrevistas y registros del Departamento de Justicia.

Lo asombroso es que todo esto sucedía en momentos que el gobierno de Estados Unidos investigaba a líderes del gobierno venezolano involucrados en el narcotráfico, especialmente los grupos criminales que usan ese país como punto de tránsito de las drogas con destino a Estados Unidos. Información del gobierno federal estadounidense muestra que 200 toneladas de cocaína pasan por Venezuela anualmente, muchas veces con la ayuda de las fuerzas armadas de ese país.

Amaro, considerado un asesor de confianza de Maduro desde cuando eran trabajadores sindicalizados en los años 90, no respondió a solicitudes de entrevistas.

Durante años, los dos fueron inseparables, y se unieron al movimiento revolucionario que barrió el país con Chávez a la cabeza. Amaro escaló a las alturas del poder junto con su mentor cuando Maduro fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores en el 2006, y fue elegido presidente tras la muerte de Chávez en el 2013.

Las operaciones en el extranjero ocurrieron en momentos que el gobierno venezolano trataba de controlar la cantidad de dólares que los venezolanos podían cambiar, lo que hizo que muchos tuvieran que acudir al mercado negro de divisas.

El equipo especial aprovechó esa demanda y realizaba numerosos negocios de lavado de dinero casi todas las semanas, por un monto de $1 millón en los primeros tres meses.

Uno de los que recibió dinero fue Rodolfo Rashid Velasco Kassem, un venezolano conocido por sus vínculos con uno de los mayores carteles de la droga del continente, muestran los registros de un tribunal federal. Mientras los policías de Bal Harbour le enviaban más de $100,000, Velasco ayudaba a transportar cocaína a David “El Loco” Barrera, el último de los grandes capos de la droga colombianos.

Velasco, de 42 años, tenía un concesionario de vehículos, tres hangares para aviones, embarcaciones, armas y una mansión de 7 habitaciones en Barquisimeto. Al final fue acusado en Venezuela de lavado de dinero y de dirigir una asociación delictiva.

La mayor parte de los negocios en el extranjero seguían una ruta parecida: el dinero de las drogas era transferido a bancos corresponsales y entonces a Banesco en Panamá, un banco venezolano.

Por lo menos tres veces, transfirieron dinero a David Habib Hannaoui Babik, de 49 años, otra figura conocida en Venezuela quien estaba bajo investigación por lavado de dinero y participación en una asociación delictiva. En el 2010 le enviaron un total de $212,000.

Al enviar el dinero de las drogas a Hannaoui, la policía de Bal Harbour trabajaba en contrasentido a los investigadores de su propio país, quienes trataban de detener sus actividades delictivas, dijo Jiménez. “Ellos facilitaron una operación de lavado de dinero”, dijo. “Es lo más estúpido que haya escuchado”.

Dos años más tarde, Hannaoui fue arrestado cuando la policía venezolana registró su penthouse y encontró $1 millón en efectivo, recibos de transferencias bancarias, dos máquinas de contar billetes, relojes Rolex y registros de 31 empresas pantalla establecidas por él, indican registros.

En el mayor de los casos, la Policía de Bal Harbour envió millones de dólares a Fabián Cedeño, de 40 años, y a su hermano Jonathan, de 30, en varios pagos. Unos pocos años después que el hermano mayor fue arrestado en Miami por entrar cierta cantidad de dinero por el aeropuerto sin declararlo. Fue sentenciado a seis meses de prisión en el 2007.

En una de las operaciones, la Policía de Bal Harbour recogió una gran cantidad de dinero en efectivo de las drogas y la envió a Cedeño en nueve pagos separados por un total de $457,167. La policía se quedó con el resto del dinero a manera de comisión.

En total, la Policía de Bal Harbour envió a Cedeño $2.5 millones en al menos 48 pagos, pero nunca abrió un caso. Al hacerlo, la policía infringió estrictas leyes federales que prohíben el envío de dinero ilegal a otros países, dijo, Jiménez, que ahora es asesor de asuntos policiales de Idea International Group en Miami.

Jiménez dijo que sólo el Departamento de Justicia puede autorizar a agentes policiales hacer transferencias de dinero de la droga a otros países. “Tenían que saberlo”, acotó Jiménez. “¿Quién les dio esa autoridad?”

El ex funcionario de la DEA dijo que la policía no siguió los procedimientos establecidos al no investigar los antecedentes de las personas que recibían el dinero. Hasta hoy no está claro si siquiera sabían realmente quién era Amaro o que era un asesor cercano de Maduro.

El asunto mayor es la oportunidad perdida de investigar a alguien que surge en calidad de personaje poderoso tras bambalinas, estrechamente relacionado con un futuro presidente, dijeron expertos. Amaro había integrado el círculo íntimo de Maduro desde cuando se postuló a un escaño en el Parlamento venezolano.

Cuando Maduro fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores, muchas veces Amaro era el que decidía quién podía ver al canciller, una especie de “mano derecha de Maduro”, dijo un ex agente de inteligencia venezolano quien habló con el Herald a condición de no ser identificado. Amaro es hasta hoy la persona “a quien con más frecuencia se asigna el manejo de asuntos personales, sensibles o potencialmente embarazosos” para Maduro, dijo el ex agente.

El mes pasado, dos sobrinos de la esposa de Maduro fueron arrestados en Haití bajo cargos de confabularse para enviar 800 kilos de cocaína a Estados Unidos. La droga debía enviarse desde Venezuela, indican registros del tribunal.

Los agentes federales pudieran haber estado en una mejor posición de conocer si Maduro estaba al tanto de las actividades de narcotráfico si la Policía de Bal Harbour hubiera investigado a Amaro y consultado con agentes federales, indican expertos.

“Era era una persona con relaciones políticas”, dijo Michael McDonald, asesor y ex agente del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. “Estaba en posición de conocer a funcionarios de alto nivel en Venezuela...”

El dinero que los policías le enviaron a Amaro pudo haber tenido por fin “la compraventa de dólares” en el mercado negro, dijo McDonald. O “pudiera haber sido en pago de algo. Puede haber sido corrupción política al más alto nivel”.

Joseph Fitzpatrick, portavoz del fiscal federal de Chicago, Zachary F. Fardon, declinó comentar al respecto.

Un abogado del sur de la Florida que estudia casos de lavado de dinero dijo que la Policía de Bal Harbour operaba tan lejos de su jurisdicción que resultó incapaz de llevar a cabo una investigación internacional.

“No puedo imaginar un lugar menos importante que Bal Harbour, y no lo digo peyorativamente, sino en el sentido de que estos policías debían estar poniendo multas de tráfico”, dijo Rubén Oliva, quien representó a sospechosos de narcotráfico en los años 1980.

“La realidad es que se dedicaban a lavar dinero”, agregó.