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Los hombres no pueden comprar pañales

Foto: SP

En Lechería, se restringió la venta de pañales a las mujeres y solo accedieron a dos paquetes las que demostraron ser madres

Salvador Passalacqua
@spassalacqua

Se pone la mano en el pecho, suelta el aire y cierra los ojos. Es ella el único reducto de calma en medio de los alaridos de decenas de hombres a los que les acaban de decir, sin decírselo, que perdieron cinco horas de su vida en una cola. Dos de ellos se ajustan el casco y se van, haciendo rugir sus motos como para que resuene su descontento. En grupo, emigran hacia la sombra y esperan, aunque no saben qué. Los hombres no pueden comprar pañales. 

El alivio de Nakary Ramos tiene nombre: Kelvin. Kelvin, su hermano, tuvo que regresar al trabajo y le pidió que se quedara en la fila por un paquete de pañales para su sobrino. Solo uno, porque el padre olvidó la partida de nacimiento, la patente de corso imprescindible para poder adquirir dos paquetes. Las restricciones de género e identificación, que sonarán insólitas en otros lugares del planeta, se aplican en la farmacia Meditotal de la avenida Arismendi de Lechería para repartir la mercancía que les proveen. 

Quizá debido a recientes episodios de tensión en el local, redoblaron la custodia policial para la venta de productos escasos y este martes permanecían en la puerta cuatro funcionarios de Poliurbaneja bien armados. "¡Que venga la guardia, que venga la guardia!", pidieron al unísono en uno de los momentos más acalorados. Querían que estuviera presente la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) para "que impusiera el orden". 

Foto: SP

Al mediodía suena otra trompeta: solo quedan 60 cupos para entrar y serán repartidos entre las primeras mujeres de la cola. Bastan dos segundos para que se desate una competencia digna de cualquier distopía literaria de moda. Una carrera hacia la puerta, empujones, pellizcos, insultos. "¡Mira a la catira esta cómo se colea!", exclama una madre, tan fuerte, que llega a despertar a su niña, que le babea la clavícula. 

Una muchacha de falda larga presume sonriente sus dos paquetes y sale al encuentro con su marido para caminar hacia la parada de autobuses de Vistamar, en la avenida Intercomunal Jorge Rodríguez. "Mira, papi, sí le van a quedar", le muestra. Solo después de comprarlos, confirma que los pañales son de tamaño XG, a los que la Superintendencia de Precios Justos le impuso el monto de 268,56 bolívares y que en el mercado negro pueden llegar a 1.200.