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Reparaciones de zapatos vuelven a la palestra

En vista del alto precio que cobró el calzado, las tiendas no lucen abarrotadas como antes y quienes quieren conservar un calzado de calidad optan por los llamados “remendones.”

Irina Figuera / Puerto La Cruz 

 @IrinaFiguera

En tiempos de crisis hay algunos sectores que sacan partido de la situación y renacen de sus cenizas. Ese es el caso de los zapateros. Pues ofrecen una salida viable a quienes no pueden adquirir un calzado a precio de tienda. 

Esta alternativa ha recobrado valor por la actual crisis que vive el país, lo que antes desechábamos, por estar “dañado” y “viejo”; hoy es visto desde otra perspectiva.

José García, es zapatero, tiene un puesto en la calle 5 de julio del casco central de Puerto La Cruz, comenta que cada vez son más las personas que se acercan hasta él, solicitando pegar, cocer o ensanchar una suela. Al preguntarle a su clientela, el por qué de la reparación, la mayoría le manifiesta que reparándolos sale más rentable que comprándolos como nuevo, ya que en una zapatería convencional estos superan el salario mínimo.

Menciona que para la fecha está abarrotado de trabajo, su oficio, como así se refiere, aún no ha muerto.

"Vaya que si tenemos trabajo, tanto que el año pasado en diciembre tomé vacaciones y este año nada porque desde que empezó la temporada no he parado".

Los que se encuentran en este gremio afirman rotundamente que de un tiempo para acá, la mano de obra barata está “aniquilando” las ventas. Explican, que los clientes prefieren comprar calzado barato hecho en países asiáticos antes que gastar más dinero en zapatos de otras manufacturas de calidad.

"Se arregla más zapato cerrado que sandalias. Una cosa muy curiosa es que las personas en vez de comprar uno nuevo y moderno, nos traen las botas de pico, que se llevaba hace unos años, y nos piden que la cortemos y le pongamos punta redonda, que es lo que se lleva ahora", explica Fernando Tovar, quien tiene un taller en la calle Juncal del centro porteño.

A su juicio, el zapato que merece la pena “rescatar” es el que ha costado dinero, confeccionado con materiales de calidad como son el cuero y caucho (goma).

"El problema es que la calidad es tan mala que muchas veces no puedes reparar el calzado que te traen y ahí también los zapateros perdemos. Si tienes suerte de poder arreglarlo, cuesta lo mismo o más que el propio zapato y eso al cliente no le compensa. Si te ha costado 2 mil bolívares o más, sí merece la pena arreglarlo, pero si no, hay que pensarlo”. 

A consecuencia del nivel inflacionario del país, estos “magos” como los etiquetan, son capaces de alargar la vida útil del calzado en un momento, en el que las familias buscan recortar gastos.