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“Supe cuánto me dolía el país cuando comencé a verlo caer”

El 9-M, una bala atravesó el rostro de Carlin Rodríguez en pleno choque de disparos contra piedras en el distribuidor Fabricio Ojeda de Barcelona. La estudiante de 20 años retoma su vida

Salvador Passalacqua

@spassalacqua

Carlin Rodríguez volvió al lugar donde pudo haber muerto. Sonrió. Miró los grafitis que imploran justicia. Alguna vez fueron más, hasta que volvieron grises los muros del distribuidor Fabricio Ojeda. Ahí, un policía le disparó en la cara. “Sentí más bien como un golpe. Recuerdo todo porque siempre estuve consciente”, relata. La bala rompió su arteria maxilar y acabó con más de la mitad su lengua. Diariamente se somete a terapias de media hora contra la parálisis que le dejó la represión.

La primera vez que protestó fue el 12 de febrero y ya el 13 le tocaba huir de las bombas lacrimógenas. Corrió, pero no sin mirar atrás. Cuando ayudaba a una muchacha con un raspón en la rodilla, se reavivó su miedo a la sangre. El 9 de mayo aparecía en las redes sociales la cabeza ensangrentada de la estudiante de Comunicación Social de la Universidad Santa María (USM). Solo alcanzó a escuchar tres disparos. La llevaron a la Clínica Municipal de Lechería y luego al Centro Médico Zambrano de Barcelona. Se repetía a sí misma que no podía asustarse.

En la familia de Carlin no hay políticos. Solo su abuela ha sido fiel militante de Acción Democrática (AD) desde la juventud. “Yo he sido la más política”, dice. Votó por primera vez en las presidenciales de 2012 y fue también su primera decepción por el triunfo de Hugo Chávez. “Supe cuánto me dolía el país cuando comencé a verlo caer”, sentencia sobre el madurato, erigido después. Un pancartazo contra el presidente Nicolás Maduro terminó dejándola una semana hospitalizada y días enteros sin habla.

El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) recogió alrededor de 40 casquillos de esa noche. Muchachos con pancartas y un grupo de encapuchados, represaliados de la misma forma, se enfrentaron a funcionarios de Polianzoátegui. Carlin intentó lanzar una piedra en medio del choque. Su derrumbe despertó la cólera de los encapuchados: incendiaron la patrulla y un autobús. Cuatro de los policías que abrieron fuego ya rindieron declaraciones ante Fiscalía, pero Carlin no sabe sus nombres ni recuerda sus caras. Se ha mantenido al margen.

Parece necio en un país con 95% de crímenes impunes, pero ¿crees que se hará justicia?

Lo anhelo, pero soy realista. Si tú no estás con el Gobierno, la justicia no está de tu lado. A veces me provoca dejarlo todo. Ya han pasado seis meses y parece que nada avanza. Solo me queda confiar en Dios. Claro que deseo justicia. Estuve cerquita de morir.

¿Eras el blanco de ese disparo?

Al principio dudé. Pensé que había sido un accidente. Luego pensé que ellos no tenían por qué disparar: una manifestación no se reprime con balas. Se ve que fue intencional y que tenían la orden de hacerlo. Después de eso, todo cesó. Hay todavía pequeños focos de protesta, pero terminan presos en cinco minutos. Quedó muy poca gente.

¿Tienes amigos chavistas?

Sí.

¿Qué te dijeron?

Me decían que dejara de protestar, que el Gobierno no iba a salir…

¿Y ahora?

Todavía están sorprendidos. Saben que lo que está pasando es crítico y ya comenzaron a reconocer lo que estamos viviendo.

Atendiste el llamado a La Salida.

Lo hice por mi carrera. El periodista que no está con el Gobierno, no ejerce. También me preocupa el futuro de mis hermanas menores. No quiero que ellas sigan viviendo esto.

¿No has considerado que un par de políticos pudieron haberte manipulado?

Nunca me sentí manipulada. No pertenezco a ningún partido y nunca me ha llamado la atención hacerlo. Lo hice como estudiante.

¿Ni te percibiste como carne de cañón?

Tampoco. Era muchísima la gente que salía y se reunía en el distribuidor. Nadie obligaba a nadie a salir. El que salía, lo hacía para manifestarse en contra de lo que pasaba y sigue pasando.

Si hubo algún gesto del Estado en el caso de Carlin, fue la promesa de destituir a los policías que reprimieron el pancartazo del 9-M. No se le ha resarcido de ninguna forma a lo largo de seis meses. Tampoco ha recibido apoyo de partidos políticos de oposición. Las cartas y llamadas de todo el país impidieron que se sintiera sola y la alentaron a mejorarse para cumplir el sueño de ser periodista de farándula.

Tú honrabas a los caídos de la “resistencia”.

Claro. A todo el que salió a defender un futuro, un mañana, y solo consiguió la muerte. Lloré muchísimo a Bassil (Da Costa), a Génesis (Carmona), a Geraldine (Moreno)… Los lloré, pero eso nunca me amilanó.

¿Salías a protestar sin miedo?

Sin miedo. Y no tengo miedo de salir otra vez. Miedo de que me pase lo mismo, sí.

Pudiste ser otra mártir.

Me lo he imaginado. A mis amigos les iba a doler, pero a estas alturas se les hubiese pasado. Sin embargo, mi familia todavía estuviera llorándome y mi mamá pidiendo justicia.

¿Y el país?

No diría que me hubiera olvidado, pero sería una más de la lista.

¿Piensas emigrar?

Considerando cómo están las cosas y si esto no cambia… No quiero ser otra periodista que lee guiones oficiales, que esconde la cifra de muertes violentas y dice que no está pasando nada.

Aunque desconfía del sistema, Carlin espera las elecciones parlamentarias de 2015. Su tercer voto será un “acto simbólico”.