El epidemiólogo Omar Aray, afirma que la enfermedad ya ha sido controlada en casi todo el mundo, a excepción de Haití

Niurka Franco

Enfermedades que prácticamente han sido erradicadas del globo terráqueo, han retornado causando angustia en la población, debido a la escasez de medicamentos. Tal es el caso del paludismo o malaria, con casos importantes PPen Venezuela y Haití.

Sobre el tema, el doctor Omar Aray, epidemiólogo de dilatada trayectoria en el estado, dijo reconocer sin prurito alguno, la sinceridad del alcalde de Barcelona, Guillermo Martínez al reconocer la existencia de 21 casos de paludismo en el municipio Simón Bolívar, pues el reconocimiento del problema permite la búsqueda de correctivos.

El galeno, quien años atrás estuvo al frente de la Dirección de Epidemiología, fue claro al referir que el retorno de esta enfermedad obedece a la falta de planes preventivos de Salud, pero además a la escasez de medicamentos y a la falta de mantenimiento en ríos y cañadas, dejando puertas abiertas al mosquito transmisor.

Explica que el paludismo o malaria como también se le conoce, es causada por un parásito del género Plasmodium parásitos que se transmiten al ser humano por la picadura de un mosquito hembra y es potencialmente mortal.

Explica que existen cinco especies de parásitos causantes del paludismo o malaria, pero son el Plasmodium Falciparum y el Olasmodium vivax, los más peligroso, sobre todo este último y mucho más si la victima está por debajo de los 10 años.

El doctor Aray recomienda a las comunidades que habitan en las cercanías de ríos y de aguas estancadas, protegerse de picaduras de mosquitos, pero además, hacer fogatas que deprendan abundante humo, para ahuyentar la plaga y usar mosquiteros impregnados de insecticidas, aunado a la debida información sobre salud pública.

Entre los síntomas de malaria destacan fiebre alta, dolor de cabeza, escalofríos y vómitos. Dijo que suelen aparecer entre 10 y 15 días después de la picadura. Advierte que en Anzoátegui el paludismo no es importado y que las zonas más vulnerables son las cercanas a la riberas del Neverí y zonas rurales.